jueves, 21 de mayo de 2015

Merma, huellas de la calle en el museo. Una exhibición de Yisa y Mato

por Paula Bustos Flores
Fotografías cortesía Cristian Belano


Yisa (José Caerols, 1984, Santiago) y Mato (Matías Solar, 1982, Santiago), actualmente exhiben dos obras de instalación en el segundo piso del MAC de Quinta Normal. Merma (el nombre de la muestra) reflexiona en torno a la sociedad de consumo, desde estas dos visiones paralelas que en sus facturas y en la preocupación de su título traen por inherencia las ideas de pérdida y desgaste.  Al entrar en la sala que los acoge apreciamos hacia el lado izquierdo el trabajo de Yisa. De fondo un amplio telón compuesto por sacos de abono abiertos, pegados entre sí e intervenidos con figuras orgánicas y letras aleatorias, están dispuestos ante las paredes de la sala colgados desde su techo con cuerdas como si fuesen una cortina. Este gran lienzo es el fondo sucio, arrugado e intencionalmente deteriorado de un montón de infinitas corontas de choclo apiladas en el suelo. La textura provocada por la tela colgante y la acumulación de residuos vegetales dan origen a un escenario en ruinas. Un paisaje de lo que resta, fue o ha sido. Diferenciado en dos capas: figura (maíz) y fondo (lienzo) el panorama de colores similares entre grises, ocres y rojizos forman en su conjunto una escena particular que acerca la idea de vestigio. Interrogando al espectador en cuanto a su significado y el porqué de su emplazamiento, permanecen como pistas y rastros de un hecho complejo de definir. 


Por otra parte y siguiendo la idea anterior, un artefacto que parece ser una tiendita semi destruida o con terminación indefinida es el montaje de Mato. Algún indicio estructural supone la imagen del comercio ambulante, partes de su estructura están forradas con papel metálico (aluminio) y son iluminadas por focos artificiales que se complementan con la luz natural que entra por la única ventana de la sala haciendo resaltar los brillos propios del material y la frágil arquitectura de esta obra. Completan el trabajo una especie de techo hecho en género de colores primarios, negro y blanco. Esta tela es como una bandera caída en el techo de la estructura. La acompañan otras telas amarillas que están como ropa tendida sobre la ‘supuesta mesa del local’ que es definida como tal por las patas de caballete que posee. Los géneros dispuestos en la instalación brindan zonas de opacidad en la ligera caída de lo textil contraponiéndose con el reflejo del resto de la estación de trabajo cubierta de papel aluminio.



Definitivamente las obras se asocian entre sí a partir de una extraña distancia marcada por señuelos confusos de interpretar. Merma es una muestra bipersonal que mantiene códigos en común; demanda a recorrerla  para reconstruir una lectura sobre lo que se está mostrando y se quiere dar a conocer. Al dilucidar la información que se desprende de las obras se puede llegar a comprender lo que Carolina Martínez Sánchez  señala en su texto curatorial, estamos en presencia de dos propuestas en torno a  ‘la ausencia de identidad latinoamericana’. Por ende, las materialidades son la pista capital, se contraponen y complementan. Cada obra por separado crea una trama desde donde hay que aislar los contenidos representados en los elementos simbólicos que las construyen y desde ellos establecer relaciones de significado y valor de la obra como imagen de un estado o sensación cultural. De ahí a que la presentación que abstrae desde lo marginal y callejero hacia la institucionalidad del arte ilustre cabalmente el texto que permanece a la entrada del MAC:

“El museo es una escuela. El artista aprende a comunicarse; el público a hacer conexiones”[1]






[1] Luis Camnitzer. Frase pegada en la cornisa al interior del museo de Quinta Normal. 

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